VOLVER A LA ESCUELA PRIMARIA, LA Nº 8;


VOLVER A LA CIUDAD DE SAN FERNANDO, DEL ´59 AL ´65.

VOLVER BUSCANDO LAS EMOCIONES, LOS SUEÑOS Y LAS VIVENCIAS QUE NOS HICIERON COMPAÑEROS DE RUTA, AMIGOS DE INFANCIA.

VOLVER A LA 8 PUEDE SER UN VOLVER A CASA.

VIDA COTIDIANA





1959-1965


Como ya dijimos se desarrollaban en esos años las industrias de electrodomésticos, la automotriz,  la  textil  y la del  plástico.

Nuevos modelos de  lavarropas,  heladeras,  televisores,  radiotransistores,  lustraspiradoras,  secadoras de pelo,  afeitadoras, estufas licuadoras, combinados (radio-tocadiscos) ... se promocionaban en los diarios y revistas. 







El avance tecnológico hacía que los viejos recursos y artefactos quedaran obsoletos.

El mobiliario se cambiaba por uno nuevo de
"estilo americano"
(líneas geométricas, rectas y muy simples).




La vajilla y los enlozados se limpiaban con Puloil, que los dejaba relucientes.





En nuestras casas los guardapolvos  se almidonaban  con  almidón Colman...



A la escuela llevábamos nuestros útiles:

Antes de salir cargábamos nuestra lapicera de tanque de goma, -recién ingresadas como novedad- con tinta Eureka, o Pelikan. 




Para ilustrar nuestro cuaderno "Plumitas"  llevabamos nuestro Simulcop




Añadíamos nuestro Libro de Lecturas para el grado y alguna lámina con información para la maestra.









Guardábamos todo muuuy cuidadosamente en nuestra valija de cuero y... 

¡allá íbamos rumbo a la escuela!

De camino a la escuela, para el recreo, comprábamos en el kiosco de mitad de cuadra, unas riquísimas galletitas Colegiales, unas gallinitas dulces, caramelos mediahora o gajitos arcor ...




Lavábamos y guardábamos con su tapa muy bien nuestro vasito plegable para tomar agua en los recreos...





llevábamos unas figuritas de colección  para jugar.





De vuelta en casa acompañábamos a nuestros padres en las cuestiones cotidianas...






 Colaborábamos en la confección de la comida . . . comíamos . . . 






. . . hacíamos nuestras tareas y después de ver televisión  . . .  
leíamos un buen cuento antes de dormir.





Algunas tardes sin embargo eran algo diferentes; salíamos a "jugar a la vereda" con nuestros amigos del barrio.







Los juegos podían ser tradicionales o creados por nuestra imaginación.
Pasábamos horas felices concentrados en ellos. 






A veces nos sorprendía el paso del vendedor de "pirulines"...¡cuánta alegría nos daba!. 
Si habíamos sido buenos, nos premiaban con la compra de uno de ellos, un manjar que nos alegraba por su colorido transparente y lleno de sabor.






Hablando de lo agradable y de lo no tanto... estar enfermos tenía sus pro y sus contras..  Lo bueno era que el doctor venía a nuestra casa, podíamos faltar a la escuela y contar con los mimos y cuidados de nuestros padres. 

Lo malo era el malestar y las posteriores "visitas preventivas". 


Una de ellas para aplicarnos las aterradoras vacunas.

¡Diosito!!!















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