COMO UNOs GULLIVERS

Cuando me recibí de maestra, hace ya muchos años , debí hacer mis prácticas, nada más y nada menos que en nuestra querida escuela primaria Nº 8.

Lo primero que sentí al entrar fue un impactante desfasaje entre mis  recuerdos y la realidad física de la escuela.

El escenario, las aulas, los patios, la dirección, eran notablemente más chicos de lo que yo los recordaba. Entonces, si bien era  la escuela, en cierto sentido no lo era. Dí gracias a Dios por la diferencia, que convertía a  mi escuela de la infancia en una más hermosa, especialmente grande, única y amada.

No había podido describir esta particular sensación de preservación en el recuerdo,  hasta que Juan José  en su carta  de estos días acertó a hacerlo. 
Refiriéndose a su viaje en 2006, después de 40 años dijo:

"era la tarde y habían terminado las clases, entramos y nos dirigimos a la dirección, como es lógico otras caras ...

Fue muy emocionante con una lluvia de recuerdos que me venían a la mente, que no podía parar. Los pasillos, los baños, el escenario, el patio y las aulas. 

Me sentía como en los "Viajes de Gulliver", todo me parecía tan pequeño, pero yo me veía por todos los rincones de la escuela, pero en mi mente todo era gigante, un contraste muy particular. 

Repase todas las caras y creo que con  todos debo tener recuerdos. Al salir de clases y dirigirnos al kiosco por las golosinas, como tentempié hasta llegar a casa, o las figuritas que tocaran por temporada, o las bolitas, hasta que fuimos creciendo y las hormonas nos pedían jugar con las chicas ... "

 ¡Gracias Juan José, por esta metáfora tan acertada!

Sin dudas una experiencia que repicará en todo el que después de muchos  años quiera retornar a la escuela ...  aquella imposible de volver a ver exactamente igual .... preservada en el recuerdo y  para siempre como una instancia particular de un mundo mágico , mundo en el que ya no podemos menos que sentirnos "como unos Gullivers."